14 de octubre de 2014

El jaquecoso Cuento de Sonia y la Pintura.

Queridos niños y niñas: 

En este cuento de hoy, les relataré lo que le aconteció hace muchos años a una niña turolense (de la Provincia de Teruel) que se llamaba Sonia y que acudía a una de las mejores escuelas públicas de todo el norte español. Era la mejor escuela porque había pocas como aquellas, porque tenía muy buenas amigas y amigos y porque los profesores y profesoras se portaban con ella como si fueran padres y madres con Sonia y con el resto del alumnado.
A Sonia la cuidaban su madre y su tía, pues su papá estaba trabajando en Sudáfrica.
Los fines de semana solían ir a Madrid a ver a los abuelos, que vivían en un piso enorme y moderno, ya que se dedicaban a la venta de automóviles de poco uso provenientes de Alemania. Eran más bien ricos y mimaban mucho a Sonia y a sus amigos y amigas.
Cierto día, estando Sonia en clases de dibujo, un maestro reprendió a una compañera suya, Margarita, diciéndole: "Margarita, por favor". Margarita se rio y corrigió su error. Sin embargo, Sonia, que aquel día apenas había dormido entendió que el profesor le decía a ella: "Sonia, ¡por favor!". Sonia se preguntaba muchas veces qué cosa le pedía por favor el profesor que no era ni siquiera el tutor de su aula. Su amiga Margarita se había olvidado de lo que le pedía y se olvidó de todo. Sin embargo, como Sonia era muy inquieta y estaba en la edad de hacerse muchas preguntas seguía intrigada.
A partir de ese día y los siguientes, Sonia se apuntó por su cuenta en dibujo y comenzó a pintar y delinear cada vez más y mejor. Estaba hecha casi una artista y admiraba medio atontada a su nuevo profesor, buscando siempre su aprobación. Él, que no tenía un pelo de tonto le decía siempre: -Sonia, atiende a tus tareas.
Pero ella le respondía: -Sí. Ya hice los deberes.
Así, hasta que un día su tía se dio cuenta de que iba a suspender casi todo. No regañó a la niña, pero sí tuvo la suerte de hablar con ese profesor, que le contó lo de sus clases. De esta manera, Sonia pudo entrar en una Escuela Municipal de Pintura y convertirse en artista. Y no contenta con esto, años más adelante, se matriculó en la carrera de Arquitectura, en Diseño, en Arte Contemporáneo, en Historia y terminó varias carreras a la vez, ya que era superdotada, aunque tan sencilla y noble que nunca dejó de llamar a los amigos que tenía tiempo de ver.
El único problema del que nadie de la familia se había enterado era que la chica, ya de grande, iba al hospital donde estaba ingresado su viejo profesor, recuperándose de una enfermedad, para que le dijese si sus bocetos, cuadros, proyectos y hasta planos de aeropuertos valían o no valían.
El profesor Demetrio estaba hasta la coronilla, pero, por amabilidad y condescendencia a la que fue una alumna que aprendió a pintar casi de milagro, le escribía, le grababa en cinta de casette y le firmaba todo lo que hiciera falta para que supiera que él estaba de acuerdo con lo que ella hacía. No es porque su padre no se lo dijese: Ya de vuelta en Teruel, le había hecho y pagado para que su hija celebrase una fiesta por todo lo alto y también, para realizar una exposición en Buenos Aires, París, Londres, Nueva York y Bérgamo, pero ella seguía igual de tozuda.
Un día se encontró, en una exposición suya, a su amiga Margarita, la cual pintaba de una manera excepcional, pero con un trabajo y una vida más ajetreada que la de ella misma.
Tomando champagne y palomitas de maíz con caracoles en la exposición de pintura, hablaron mucho sobre sus vidas y Margarita le dijo, sin que su amiga le preguntase, que aquel profesor de Dibujo le dijo cierto día que por favor hiciera las líneas de las montañas más suaves y las de los edificios y casas más rectas.
Entonces, Sonia le explicó todo el malentendido de su infancia. Ambas se rieron mucho y se fueron después de la exposición a un pub turolense a tomar refrescos de limón y papas con mojo picón canario. Las dos eructaron porque el mojo estaba fuerte, pero dijeron que en la vida, nunca se sabe cómo terminan las cosas.
Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
Por cierto, el profesor está muy bien. Se jubiló y ahora no pinta sino que escribe novelas tamaño bolsillo.


13 de octubre de 2014

Las Tarjetas en Gris de CajaMadrid.

Ayer estuve echando un vistazo a dos de los extractos de sendas personas, al azar, en el periódico El País del día 12 de octubre de 2014.
La primera de ellas no era la del típico estafador o defraudador normal que me esperaba ver a través de sus extractos de cuenta bancaria:
Lo primero que me llamó la atención fue que siempre iba al mismo bar (que prefiero no nombrar para preservar el anonimato del local). Pensé que los de ese lugar debían estar encantados con tal personaje, pues aparecía casi a diario y, a veces, varias veces al día, con unas buenas consumiciones. Al día siguiente, lo mismo y, exceptuando un par de restaurantes de otra cadena y algún que otro de autopista, siempre salía ese, el de "El Bar Pepita", pongamos por ejemplo. La tal Pepita y sus empleados debían conocer al señorito como cliente habitual y bueno, ya se deduce el resto: todos contentos. Comparándolo con otros elementos de esta estafa, casi ninguno de ellos frecuentaba ningún bar cualesquiera ni con tanta asiduidad. Éste sí, casi como si fuese su segunda casa. Al menos, una empresa PYME salió beneficiada...
Otro dato que me llamó mucho la atención fue que más de dos veces al mes se gastaba el dinero de la tarjeta en buenos libros (lo menciono por el precio de éstos) y también en una conocida cadena que reparte libros y cedés a domicilio con insistencia. También a ellos les compraba libros y discos, además de las adquisiciones muy habituales en esas librerías por parte del señor en cuestión. Me pregunto qué tipo de libros compraría y dónde los iría leyendo, si tendría tiempo y si también los regalaría.
Es alguien culto, al menos, o eso parece, pues frecuentar una librería y comprar a los que van tocando las puertas de casa (ahora que las familias apenas pueden afrontar ese tipo de gastos extra de forma mensual y directa -debe ser un número determinado de libros y discos mínimo durante un mínimo de tiempo-) no es algo que sea característico de esos personajillos.
Por último, un tercer rasgo característico de esta persona tan peculiar es la de acudir a una tienda de instrumentos musicales, adquirir un instrumento o varios (no se especifica) y luego acudir varias veces más tarde para no sé sabe qué -esto, si los datos ofrecidos por El País son verídicos al cien por cien-. No vaya a ser, que en vez de instrumentos musicales fueran móviles nuevos para toda la familia, incluida la abuela... O materiales de un sex-shop. Quiero pensar que no.
Al ser una tienda especializada en música, este sujeto tocaba el organillo, lo reparaba y compraba sus altavoces y sus libros para tocarlo. Parece ser que era un tío culto o intentaba serlo, hablando en plata.
Miren ustedes, pues no me parece tan grave como el que está de parranda todo el santo día y riéndose del resto de la peña y de España. Este hombre se gastaba grandes sumas de dinero en libros y en música (y repetía varias veces). Al menos, "no hay mal que por bien ajeno no venga"; y sacó su parte buena en cultura y cultura musical con tantos libros ¿y qué instrumento compraría? No se sabe. Ojalá hubiera sido un buen piano o un violín ¿Tal vez una guitarra eléctrica?
A pesar de todo lo escrito, que quede claro que no estoy justificando de manera alguna la actuación de semejante tropa. Si se devuelve ese dinero, pienso que también deberían hacerlo con intereses, como cuando se obtiene una tarjeta de crédito de cualquier banco ¿Opiniones?

18 de septiembre de 2014

La opción de la Empatía.

Las personas más cercanas de nuestro entorno, barrio, pueblo o ciudad, siguen guardando un mínimo comportamiento cordial, a pesar de que el clima general es de más crispación y de descontento. Las relaciones laborales durante una jornada y otra se vuelven, según el contexto, a veces imposibles. Unos la pagan con los otros y, sinceramente, creo que muchos no se dan cuenta.
Ayer me defendía como gato panza arriba, pero moderadamente de un operador de telefonía que creo que no se daba cuenta de su actitud de desprecio por mis preguntas para reparar el software de un móvil de la compañía con la que tengo mi tarjeta y a la que había comprado ese terminal que también les había pagado en su día. O fue así, o con el enfado del momento no me percaté de que el operador de telefonía móvil no lo era y había cambiado por un bromista de Radio de Los 40 Principales como Anda Ya. Lo cierto es que su amabilidad brillaba por su ausencia. Aún así, no contento con tratarme como a un extraterrestre que le pregunta cómo poner en marcha un satélite de la Nasa, sacó (metafóricamente) su corcel circense canelo y reluciente para lucirse y, una vez más, haciendo ostentación de lo absurdo de mi pregunta para que desistiese, me pidió todos mis datos como si de un sargento se tratara (por seguridad, claro). Yo seguía sin siquiera saber su nombre ni su departamento.
Cuando acordamos que hablaría con un servicio técnico equis, comenzó la monserga y bombardeo particular de pregunta abierta y oferta de servicios ADSL junto con otros servicios que no me interesaban de ninguna manera. Me pareció de anuncio de colchones, vamos: repose, que después de la paliza verbal, merece un descanso atípico. Ante mi negativa para con su oferta -ya estoy con otra compañía, le aclaré- su asombro y falta de respeto aumentaban. Con ello mi rabia. No sabía si era cachondeo o era una nueva táctica empresarial de ventas. Creo que no escuchaba lo que tardaba en responder mi cuarto o quinto "no". Al final, le dije que era un antipático, que tratase al cliente como a una persona igual y no desde la superioridad del anonimato y alguna frase referente a las leyes del consumidor con seriedad; alto y claro, como suelen exigirnos ellos y ellas al otro lado de la línea. Sin más, colgué porque se había ofendido muy mucho.
Jamás había hecho ni dicho esto a ningún operador, tal vez otras cosas pero no con tanta rectitud y corrección. Durante el último año, había dicho cortésmente que no, que gracias pero que no quería pasarme a tal compañía ante la insistencia de cualquier otro operador.
Ya en calma, meditando, uno se pregunta en cuál será el siguiente paso. Después de haber vivido, visto y leído tantas irregularidades por parte de las empresas, ¿nos obligarán a algo más?
A parte de todo esto, noté en el trasfondo de la conversación un cansancio residual, un hartazgo de mandar y de decir al cliente lo que debe hacer, de que aquello le había ocurrido más veces.
Recordé también lo que me había contado un ex-empresario de altos vuelos y lo comprendí. Me arrepiento de parte de lo que dije, pero no del todo.
El éxito o el fracaso y sin términos medios o acuerdos. El fanatismo de la competitividad mal entendida ha llegado ahora a tal punto de aproximación al infinito que quieren que un operador convenza a un cliente mediante una técnica de conducta guiada, mediatizada, manejada desde arriba y siempre bajo presión: así nadie compra nada. Lo contrario; rehúsa al objeto. Así sigue la cadena de esclavitud del trabajo posmoderno condicionado: bajo condiciones de adrenalina muy altas y bajo estrés.
Tal vez, deberían darnos cursos, terapias y charlas rápidas de desensibilización sistemática para clientes y personas de a pie, para quitarnos de encima esa culpabilidad generada por personas que forman parte de ese tipo de nuevas técnicas.
Sé que de estos casos hay miles a diario y que se dan en toda clase de trabajos y negocios, pero ¿por qué no ponemos un límite a todo esto tratando de emplear la empatía de siempre? A veces no hace falta ninguna técnica sino la de ser uno mismo. Se emplea y funciona, aunque la estamos olvidando (y no me excluyo, yo también la padezco). Tal vez sea la deshumanización, la mecanización o una autodefensa aprendida.
Simbólicamente, ante discursos vacíos de contenido en política y sociedad, pienso que sería un gran alivio replantearnos el ser personas, buscar soluciones como grupo social y no como entidades políticas -pues de estas entidades ya no vamos a sacar ni una gota: ya no se trata de sacarle el jugo al limón porque ese zumo es nuestro-. Aunque fallemos, apostemos por las personas, no por los signos. El recuperar la estima (la nuestra y la de los demás) para simpatizar.

31 de agosto de 2014

Los derechos del pasajero.

Recientemente, leía unas publicaciones antiguas de la Comunidad Europea sobre los derechos y deberes del pasajero.
Dejando de lado los sucesos de índole morbosa y las catástrofes, ¿hemos ganado o perdido derechos? Indudablemente, lo segundo.
Comentaba una amiga el otro día conmigo, que había hecho un viaje astral hacia un lugar cercano a donde me encuentro ahora. Después de pensarlo sin darle importancia al hecho, me pregunté si eso era legal o no.
Me parece injusto. Unos pasajeros estamos pagando seguros, sobrepeso de equipaje, billetes por mar y aire que nos salen un ojo de la cara y luego ¿hay gente que se dedica a viajar astralmente? Me parece una competencia desleal por parte de las empresas que les enseñan a viajar así.
Ya había tenido estas discusiones con los que realizan viajes 3D o vía Google Maps, pero lo del Viaje Astral me parece ya de un irreverente total, junto con lo de las brujas con aspiradoras y escobas. También ocurre lo mismo con diabletes -no diabetes, que esa no vuela- y con dioses mitológicos alados, además de las hadas, de las que se discute su existencia, sí, pero ellas también utilizan el Espacio Aéreo junto al Peter Pan ese.
¿Por qué el organismo AENA y las Agencias internacionales de viaje no regulan estas situaciones en la que la mayoría de los consumidores quedamos desamparados?
Otro caso de abuso más flagrangte si cabe: los ángeles, los Reyes Magos y Sta. Klaus en invierno. No está nada regulado y siguen usando servicios irregulares (por no meterme directamente con ellos y decir que son ilegales) y no pagan nada en tasas ni de navegación aérea ni de ningún tipo.
El defensor de los consumidores, Facua, la UE y otros organismos siguen haciendo caso omiso a personas como nosotros-as y nuestros hijos-as.
También, se me olvidaba el servicio que las palomas y otras aves realizan transportando de forma gratis granos en sus patas y el Espíritu Santo, que vuela medio transformado en Paloma Santa, medio no sé sabe cómo. Todo esto debería estar muy regulado con la crisis que hay.
Además, recordemos a la Madre Naturaleza y a los bicharracos tan queridos nuestros como son la pardela canaria, el halcón peninsular y otras aves en peligro de extinción. Si estos nuevos mequetrefes que van por lo privado llegase a tocar a nuestros pájaros de siempre, no sé ni cómo reaccionaría. Tampoco sabemos si los rayos y ondas de los móviles afectan a los ángeles (buenos, malos o regulares), pero mejor lo dejamos para otro blog a ver si la gente opina algo y se queja.
Espero que alguien se haga responsable y multe a toda esta gente visible o invisible.

14 de agosto de 2014

La niña Arga Masa.

Hace muchos, muchísimos años, antes de que la Historia muy antigua se llamase Prehistoria, y cuando los continentes y los mares eran distintos a los de ahora, existió en el planeta Tierra una niña llamada Arga de nombre y Masa de apellido. Sus amigos la conocían por Argamasa porque así recordaban ese bonito nombre más fácilmente.
Argamasa vivía donde ahora está el mar profundo, muy cerca de las Islas Canarias, aunque en aquellos tiempos tan remotos, no se sabe bien cómo era el lugar donde vivía. Había plantas más exuberantes y grandes, más animalitos y agua que ahora. También había más frío.
Los padres de Arga se llamaban, en el lenguaje de aquellos tiempos, Cose y Dora. Se dedicaban a coser y crear materiales y ropa para las personas, las cuales eran algo distintas a las de ahora. Como había muchos restos vegetales de las plantas que caían y de animales que morían y dejaban su piel como si fuera un forro, podían unir trozos y hacer hasta grandes impermeables para los largos días de lluvia.
Los padres de Arga eran muy buenos y complacientes, pero un día, la pequeña Arga se enfadó con ellos porque ella no quería ser tejedora de los quinientos trajes por minuto como sus padres. Ella quería ser pintora de murales sobre piedra como su vecina Troca.
Ese día, Arga estaba tan triste que se alejó de las casas modernas (que así se llamaban) y se fue a la zona donde solía haber algunos buscatesoros. Estaba tan triste que ni se había lavado el pelo con jugo de algas marinas del olvido que tenía. Arga se escondió de una repentina lluvia y de unos rayos fuertes en una cueva y sin querer, tropezó con un cuerno enorme que jamás había visto ni ella ni nadie.
A los dos días (y un día para Arga -la tierra giraba más despacio en ese entonces y la gente no se mareaba tanto como ahora-) la niña se lo contó a un amigo suyo llamado Gala de nombre y Xío de apellido (aunque todos lo llamaban Galaxio). Galaxio se dirigió con Argamasa por un lago de aguas termales con olor a minerales en donde se solían bañar en las zonas más frías casi todos los días. Tomaron una balsa redonda que era una semilla de una especie de coco de la época y remaron hasta el lugar del cuerno. Con la misma pala, Galaxio movió la tierra que estaba muy fría. Su amiga lo ayudó y empezaron a ver unos huesos. Como se asustaron, llamaron a los cazatesoros,  que sin musitar palabra, desenterraron todo el resto de huesos. Habían encontrado a un dinosaurio, pero en aquella época se supone que los primitivos de antes de la Prehistoria no existían, y menos aún podían encontrar a un dinosaurio mediano enterrado en una cueva. Tampoco era posible que los hombres y mujeres aquellos le regalasen a los niños cosas muy valiosas y que les hiciesen fiestas, porque entonces la Historia de hoy en día no tendría sentido, así que vamos a imaginarlo todo.
Argamasa y Galaxio se hicieron famosos en todas las, digamos, "tribus" y pueblos de esos tiempos. De mayor, Argamasa pintó en piedras de todos los tamaños y formas a otros dinosaurios que siguieron encontrando en esas tierras. Arga había convertido a su aldea en un lugar muy famoso y visitado por todo tipo de seres, habitantes y microorganismos. Desde entonces hasta la eternidad fue inmensamente feliz. Fue la pintora más popular, famosa y fundamentosa de todos los tiempos de épocas que nunca han sido conocidas.
Miles de siglos más tarde, en estos nuestros tiempos ultra-modernos que no paran, unos expeólogos  y unos submarinistas margulladores encontraron por casualidad unos dibujos de varios colores, formas y dimensiones sumergidos en unas charcas de La Cueva de Los Verdes, en Lanzarote. Allí, se montó la de San Quintín y, desde entonces, siguen discutiendo por móvil y por carta que si los dinosaurios vivían o no junto a las personas o no. Como no se leyeron este cuento, siguen discutiendo y haciéndole tantas pruebas a las piedras que ya las tienen desgastadas.
Lo que no saben es que de esas hay por el mundo entero, ya que la Niña Argamasa fue tan famosa y querida que la imitaron pintando machangos con escafandras, gorros y sombreros, ojos enormes, etc. Esos niños de aquellos tiempos súper-remotos tenían igual o más imaginación que ahora y, ¡claro! Me parece a mí que se pasaron de la raya y ahora los científicos no se aclaran.
Es curioso, niños, niñas y mayores, pero hoy en día se emplea una palabra llamada argamasa para trabajos de escayola y demás. La misma palabra, significaba hace muchos años "lugar público". Debía ser como una plaza o un parque hoy en día.
Y colorín, colorado, este cuento se nos ha acabado.

CGFL. 2014.

6 de agosto de 2014

El Decamerón de Boccaccio más alegre. Diferencias con Chaucer.

En las pasadas décadas de los ochenta y noventa del siglo XX, se interpretaban casi siempre todos los capítulos del Decamerón como episodios de piezas teatrales satírico-burlescas o bien escritos de índole picaresca de la Italia medieval.
El haber leído detenidamente los Cuentos de Canterbury de Chaucer muchos años antes que el Decamerón y, además de haberlo estudiado, haber repasado otras críticas, resúmenes y tesis de algunas personas que terminaban carreras de humanidades y dedicaban sus tesis a Chaucer como autor de su obra magistral, me hace pensar en las diferencias entre ambos autores. No sólo hay matices distintos porque habían vivido en lugares diferentes, sino por la forma y el fondo que utilizan y por la filmografía moderna de los años ochenta (que me parece algo acertada en ambos autores, aunque demasiado limitada en cuanto al fondo y tal vez excesivamente imaginativa y subjetiva por parte de Pier Paolo en cuanto a la obra de Chaucer). Siempre, sin duda,  un libro nos guiará a través de matices y sentidos que una película no puedrá nunca alcanzar.
Imagen de la película homónima de Passolini
Ambos textos son un reflejo de la sociedad de la época, sí, pero en el Decamerón, la Iglesia Católica, las clases sociales y la diferencia entre hombre y mujer, joven y anciano, ciudadano o campesino, los primeros burgueses  y los nobles son muy acentuadas.
Mientras, las mujeres o las damas se quedan en casa en las historias del Decamerón y viven auténticas aventuras en sus paseos o en la calle (no como las monjas o las mujeres de la ruta a Canterbury que escribiera Chaucer). Las mujeres de Boccaccio son más avispadas, a pesar de estar en un ámbito machista o protector y no tan libre y menos descriptivo como en el de Chaucer. Éstas se desenvuelven bien entre su clase, con sus criadas si son de clase más pudiente y forman grupos de ayuda entre ellas y entre los entes sociales de los que forman parte para ganarse el pan y mejorar la calidad de sus vidas.
Sin embargo, en Los Cuentos de Canterbury, cada historia o capítulo se desarrolla de forma más independiente y, por lo tanto, con más soltura y posibilidad de improvisación en algunos casos.
Éstos, son también muy satíricos, con un contenido sexual no tan explícito y menos provocador, con un desarrollo de forma más corta e intensa que en el Decamerón, que extiende esta temática de principio a fin; incluso mezclando lo onírico con el más allá y las penas del infierno "que no son pecado por haber practicado la fornicación de la clase que sea". Se da a entender al lector que es más condenable a los ojos de la cohorte divina el homicidio, el asesinato, la falta de piedad, la maldad y la falta de misericordia cristiana que el propio acto sexual o el amor incondicional, que es parte de una vida mísera a veces, por las condiciones en las que viven algunos personajes. Un claro ejemplo podría ser el caso del joven que cae en el pozo de deshechos, engañado por su "nueva hermana". También, el de los ladrones de joyas a los obispos fallecidos o el del cura que desea hacerle "el truco mágico de la burra con la cola" a la esposa de su compañero de viaje. A parte de ese episodio, tenemos el del convento y el chico mudo que revoluciona a las monjas con sus labores tan discretas pero tan eficaces en el día a día. En cuanto al engaño y al asesinato vil, tenemos el ejemplo claro del sirviente, fiel amante de la dama, que queda expuesto como un delito cruel, vil y pecaminoso ante los ojos de Dios.
Boccaccio, como buen conocedor de su sociedad, al igual que Chaucer, nos deja ver a través de estas y otras historias cómo pensaban, se comportaban y actuaban algunos de los suyos en esos tiempos. Sin duda, destacan la falta de educación, la influencia total de la iglesia y de los aprovechados de la ignorancia ajena. A pesar de todo ello, en los capítulos finales de la consuegra y el amante que apenas descansa, se podría decir que se realiza una labor pedagógico-religiosa, aunque no sea la misma que la de los designios de la Santa Madre Iglesia, pero sí cercanos a los de Dios. El "¡no es pecado, comadre!", que se refiere a que en la otra vida el sexo no es pecado, tal vez sea la respuesta lógica ante el asesinato del criado, que sí es pecado, por haber sido premeditado, fingido y también oculto -como si Dios no lo pudiera ver-.

21 de julio de 2014

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Suzi 4, The Rolling Stones and Totalitarism.

Last September, I was looking for some good music to listen to, when I heard something I was fascinated for: What it was? It sounded like...