31 de agosto de 2014

Los derechos del pasajero.

Recientemente, leía unas publicaciones antiguas de la Comunidad Europea sobre los derechos y deberes del pasajero.
Dejando de lado los sucesos de índole morbosa y las catástrofes, ¿hemos ganado o perdido derechos? Indudablemente, lo segundo.
Comentaba una amiga el otro día conmigo, que había hecho un viaje astral hacia un lugar cercano a donde me encuentro ahora. Después de pensarlo sin darle importancia al hecho, me pregunté si eso era legal o no.
Me parece injusto. Unos pasajeros estamos pagando seguros, sobrepeso de equipaje, billetes por mar y aire que nos salen un ojo de la cara y luego ¿hay gente que se dedica a viajar astralmente? Me parece una competencia desleal por parte de las empresas que les enseñan a viajar así.
Ya había tenido estas discusiones con los que realizan viajes 3D o vía Google Maps, pero lo del Viaje Astral me parece ya de un irreverente total, junto con lo de las brujas con aspiradoras y escobas. También ocurre lo mismo con diabletes -no diabetes, que esa no vuela- y con dioses mitológicos alados, además de las hadas, de las que se discute su existencia, sí, pero ellas también utilizan el Espacio Aéreo junto al Peter Pan ese.
¿Por qué el organismo AENA y las Agencias internacionales de viaje no regulan estas situaciones en la que la mayoría de los consumidores quedamos desamparados?
Otro caso de abuso más flagrangte si cabe: los ángeles, los Reyes Magos y Sta. Klaus en invierno. No está nada regulado y siguen usando servicios irregulares (por no meterme directamente con ellos y decir que son ilegales) y no pagan nada en tasas ni de navegación aérea ni de ningún tipo.
El defensor de los consumidores, Facua, la UE y otros organismos siguen haciendo caso omiso a personas como nosotros-as y nuestros hijos-as.
También, se me olvidaba el servicio que las palomas y otras aves realizan transportando de forma gratis granos en sus patas y el Espíritu Santo, que vuela medio transformado en Paloma Santa, medio no sé sabe cómo. Todo esto debería estar muy regulado con la crisis que hay.
Además, recordemos a la Madre Naturaleza y a los bicharracos tan queridos nuestros como son la pardela canaria, el halcón peninsular y otras aves en peligro de extinción. Si estos nuevos mequetrefes que van por lo privado llegase a tocar a nuestros pájaros de siempre, no sé ni cómo reaccionaría. Tampoco sabemos si los rayos y ondas de los móviles afectan a los ángeles (buenos, malos o regulares), pero mejor lo dejamos para otro blog a ver si la gente opina algo y se queja.
Espero que alguien se haga responsable y multe a toda esta gente visible o invisible.

14 de agosto de 2014

La niña Arga Masa.

Hace muchos, muchísimos años, antes de que la Historia muy antigua se llamase Prehistoria, y cuando los continentes y los mares eran distintos a los de ahora, existió en el planeta Tierra una niña llamada Arga de nombre y Masa de apellido. Sus amigos la conocían por Argamasa porque así recordaban ese bonito nombre más fácilmente.
Argamasa vivía donde ahora está el mar profundo, muy cerca de las Islas Canarias, aunque en aquellos tiempos tan remotos, no se sabe bien cómo era el lugar donde vivía. Había plantas más exuberantes y grandes, más animalitos y agua que ahora. También había más frío.
Los padres de Arga se llamaban, en el lenguaje de aquellos tiempos, Cose y Dora. Se dedicaban a coser y crear materiales y ropa para las personas, las cuales eran algo distintas a las de ahora. Como había muchos restos vegetales de las plantas que caían y de animales que morían y dejaban su piel como si fuera un forro, podían unir trozos y hacer hasta grandes impermeables para los largos días de lluvia.
Los padres de Arga eran muy buenos y complacientes, pero un día, la pequeña Arga se enfadó con ellos porque ella no quería ser tejedora de los quinientos trajes por minuto como sus padres. Ella quería ser pintora de murales sobre piedra como su vecina Troca.
Ese día, Arga estaba tan triste que se alejó de las casas modernas (que así se llamaban) y se fue a la zona donde solía haber algunos buscatesoros. Estaba tan triste que ni se había lavado el pelo con jugo de algas marinas del olvido que tenía. Arga se escondió de una repentina lluvia y de unos rayos fuertes en una cueva y sin querer, tropezó con un cuerno enorme que jamás había visto ni ella ni nadie.
A los dos días (y un día para Arga -la tierra giraba más despacio en ese entonces y la gente no se mareaba tanto como ahora-) la niña se lo contó a un amigo suyo llamado Gala de nombre y Xío de apellido (aunque todos lo llamaban Galaxio). Galaxio se dirigió con Argamasa por un lago de aguas termales con olor a minerales en donde se solían bañar en las zonas más frías casi todos los días. Tomaron una balsa redonda que era una semilla de una especie de coco de la época y remaron hasta el lugar del cuerno. Con la misma pala, Galaxio movió la tierra que estaba muy fría. Su amiga lo ayudó y empezaron a ver unos huesos. Como se asustaron, llamaron a los cazatesoros,  que sin musitar palabra, desenterraron todo el resto de huesos. Habían encontrado a un dinosaurio, pero en aquella época se supone que los primitivos de antes de la Prehistoria no existían, y menos aún podían encontrar a un dinosaurio mediano enterrado en una cueva. Tampoco era posible que los hombres y mujeres aquellos le regalasen a los niños cosas muy valiosas y que les hiciesen fiestas, porque entonces la Historia de hoy en día no tendría sentido, así que vamos a imaginarlo todo.
Argamasa y Galaxio se hicieron famosos en todas las, digamos, "tribus" y pueblos de esos tiempos. De mayor, Argamasa pintó en piedras de todos los tamaños y formas a otros dinosaurios que siguieron encontrando en esas tierras. Arga había convertido a su aldea en un lugar muy famoso y visitado por todo tipo de seres, habitantes y microorganismos. Desde entonces hasta la eternidad fue inmensamente feliz. Fue la pintora más popular, famosa y fundamentosa de todos los tiempos de épocas que nunca han sido conocidas.
Miles de siglos más tarde, en estos nuestros tiempos ultra-modernos que no paran, unos expeólogos  y unos submarinistas margulladores encontraron por casualidad unos dibujos de varios colores, formas y dimensiones sumergidos en unas charcas de La Cueva de Los Verdes, en Lanzarote. Allí, se montó la de San Quintín y, desde entonces, siguen discutiendo por móvil y por carta que si los dinosaurios vivían o no junto a las personas o no. Como no se leyeron este cuento, siguen discutiendo y haciéndole tantas pruebas a las piedras que ya las tienen desgastadas.
Lo que no saben es que de esas hay por el mundo entero, ya que la Niña Argamasa fue tan famosa y querida que la imitaron pintando machangos con escafandras, gorros y sombreros, ojos enormes, etc. Esos niños de aquellos tiempos súper-remotos tenían igual o más imaginación que ahora y, ¡claro! Me parece a mí que se pasaron de la raya y ahora los científicos no se aclaran.
Es curioso, niños, niñas y mayores, pero hoy en día se emplea una palabra llamada argamasa para trabajos de escayola y demás. La misma palabra, significaba hace muchos años "lugar público". Debía ser como una plaza o un parque hoy en día.
Y colorín, colorado, este cuento se nos ha acabado.

CGFL. 2014.

6 de agosto de 2014

El Decamerón de Boccaccio más alegre. Diferencias con Chaucer.

En las pasadas décadas de los ochenta y noventa del siglo XX, se interpretaban casi siempre todos los capítulos del Decamerón como episodios de piezas teatrales satírico-burlescas o bien escritos de índole picaresca de la Italia medieval.
El haber leído detenidamente los Cuentos de Canterbury de Chaucer muchos años antes que el Decamerón y, además de haberlo estudiado, haber repasado otras críticas, resúmenes y tesis de algunas personas que terminaban carreras de humanidades y dedicaban sus tesis a Chaucer como autor de su obra magistral, me hace pensar en las diferencias entre ambos autores. No sólo hay matices distintos porque habían vivido en lugares diferentes, sino por la forma y el fondo que utilizan y por la filmografía moderna de los años ochenta (que me parece algo acertada en ambos autores, aunque demasiado limitada en cuanto al fondo y tal vez excesivamente imaginativa y subjetiva por parte de Pier Paolo en cuanto a la obra de Chaucer). Siempre, sin duda,  un libro nos guiará a través de matices y sentidos que una película no puedrá nunca alcanzar.
Imagen de la película homónima de Passolini
Ambos textos son un reflejo de la sociedad de la época, sí, pero en el Decamerón, la Iglesia Católica, las clases sociales y la diferencia entre hombre y mujer, joven y anciano, ciudadano o campesino, los primeros burgueses  y los nobles son muy acentuadas.
Mientras, las mujeres o las damas se quedan en casa en las historias del Decamerón y viven auténticas aventuras en sus paseos o en la calle (no como las monjas o las mujeres de la ruta a Canterbury que escribiera Chaucer). Las mujeres de Boccaccio son más avispadas, a pesar de estar en un ámbito machista o protector y no tan libre y menos descriptivo como en el de Chaucer. Éstas se desenvuelven bien entre su clase, con sus criadas si son de clase más pudiente y forman grupos de ayuda entre ellas y entre los entes sociales de los que forman parte para ganarse el pan y mejorar la calidad de sus vidas.
Sin embargo, en Los Cuentos de Canterbury, cada historia o capítulo se desarrolla de forma más independiente y, por lo tanto, con más soltura y posibilidad de improvisación en algunos casos.
Éstos, son también muy satíricos, con un contenido sexual no tan explícito y menos provocador, con un desarrollo de forma más corta e intensa que en el Decamerón, que extiende esta temática de principio a fin; incluso mezclando lo onírico con el más allá y las penas del infierno "que no son pecado por haber practicado la fornicación de la clase que sea". Se da a entender al lector que es más condenable a los ojos de la cohorte divina el homicidio, el asesinato, la falta de piedad, la maldad y la falta de misericordia cristiana que el propio acto sexual o el amor incondicional, que es parte de una vida mísera a veces, por las condiciones en las que viven algunos personajes. Un claro ejemplo podría ser el caso del joven que cae en el pozo de deshechos, engañado por su "nueva hermana". También, el de los ladrones de joyas a los obispos fallecidos o el del cura que desea hacerle "el truco mágico de la burra con la cola" a la esposa de su compañero de viaje. A parte de ese episodio, tenemos el del convento y el chico mudo que revoluciona a las monjas con sus labores tan discretas pero tan eficaces en el día a día. En cuanto al engaño y al asesinato vil, tenemos el ejemplo claro del sirviente, fiel amante de la dama, que queda expuesto como un delito cruel, vil y pecaminoso ante los ojos de Dios.
Boccaccio, como buen conocedor de su sociedad, al igual que Chaucer, nos deja ver a través de estas y otras historias cómo pensaban, se comportaban y actuaban algunos de los suyos en esos tiempos. Sin duda, destacan la falta de educación, la influencia total de la iglesia y de los aprovechados de la ignorancia ajena. A pesar de todo ello, en los capítulos finales de la consuegra y el amante que apenas descansa, se podría decir que se realiza una labor pedagógico-religiosa, aunque no sea la misma que la de los designios de la Santa Madre Iglesia, pero sí cercanos a los de Dios. El "¡no es pecado, comadre!", que se refiere a que en la otra vida el sexo no es pecado, tal vez sea la respuesta lógica ante el asesinato del criado, que sí es pecado, por haber sido premeditado, fingido y también oculto -como si Dios no lo pudiera ver-.

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