30 de octubre de 2014

Poemas: "Cucarachas locas criticonas".

De prejuicios ando harto,
De personas que critican,
Y creyéndose más sabias,
Lanzan rumores inciertos.

No veo sus caras, no sé sus nombres,
sus comentarios, innecesarios.

Lo hacen sin contundencia,
Como quien borda un pañuelo,
Afirmando con rostro regio,
Fulanito de Tal, que es Cual,
O Siona, esa cualquiera, maléfica total,
¡Ay, de ella qué sabrán,
Si el día que la vieron,t
uvo un día de perros,
Y de ella supieron no más!

No veo sus caras, no sé sus nombres,
Sus comentarios, hacen daño.

Esperan a ver tu cara,
Para ver si te convencen,
Y contentos, a misa diestros volones,
Para purificarse y volver a juzgar,
A Mengano el del Butano,
A Juanita y a don Zutano.

26 de octubre de 2014

Aplicaciones Vs Seguridad.

El cambio en las actividades y las adaptaciones forzadas por nuestro entorno han hecho que el "hombre" (la mujer y la persona) de hoy tenga que adaptarse, quiera o no, a la última moda de la aplicación informática y/o aplicaciones ofimáticas de hoy en día. Desde finales de los años 60 y, principalmente, desde la década de los 70 del siglo pasado hasta ahora mismo, hemos ido moldeándonos a estos avances -más o menos desmedidos en tamaño, piezas, métodos, avances rápidos o lentos, sistemas, etc.-, ya que nos han ido acompañando hasta terminar formando parte de nuestras vidas. Es difícil encontrar en estas fechas un sólo aparato que no posea un sólo chip, una combinación de ceros y unos que rija su mecanismo interno. No se trata sino de convivir con las distintas generaciones de objetos que nos rodean. Pienso que hemos pasado de un mundo mecanizado (aquél que resultó de las últimas revoluciones industriales a éste de las primeras y segundas virtualizaciones digitales). Si a esto le añadimos la globalización, obtendremos un tónico que no es perfecto, pero que es apetecible y hasta cierto punto, imprescindible.
Siguen apareciendo nuevas aplicaciones que nos ayudan en las tareas diarias, pero no se nos aclara qué nivel de privacidad emplearán estas nuevas aplicaciones, ni cómo se perfeccionarán los servicios en la Nube o los Antivirus y Antimalware para evitar que los datos que confiamos a éstos 'links' no sean también manipulados como se hace habitualmente con los programas de siempre: gestor de e-mail, procesador de textos, hoja de datos, ficheros de mp3, vídeos, almacenaje de otra índole, etc. etc.
Antes de utilizar algunas aplicaciones que no dudo que sean muy buenas y excelentes para agilizar nuestras tareas, me sigo preguntando: ¿valdrá la pena pasar mis datos personales y de terceras personas a esas otras bases que ayudan a gestionar datos o "es peor el remedio que la enfermedad"? Opinen, por favor.

14 de octubre de 2014

El jaquecoso Cuento de Sonia y la Pintura.

Queridos niños y niñas: 

En este cuento de hoy, les relataré lo que le aconteció hace muchos años a una niña turolense (de la Provincia de Teruel) que se llamaba Sonia y que acudía a una de las mejores escuelas públicas de todo el norte español. Era la mejor escuela porque había pocas como aquellas, porque tenía muy buenas amigas y amigos y porque los profesores y profesoras se portaban con ella como si fueran padres y madres con Sonia y con el resto del alumnado.
A Sonia la cuidaban su madre y su tía, pues su papá estaba trabajando en Sudáfrica.
Los fines de semana solían ir a Madrid a ver a los abuelos, que vivían en un piso enorme y moderno, ya que se dedicaban a la venta de automóviles de poco uso provenientes de Alemania. Eran más bien ricos y mimaban mucho a Sonia y a sus amigos y amigas.
Cierto día, estando Sonia en clases de dibujo, un maestro reprendió a una compañera suya, Margarita, diciéndole: "Margarita, por favor". Margarita se rio y corrigió su error. Sin embargo, Sonia, que aquel día apenas había dormido entendió que el profesor le decía a ella: "Sonia, ¡por favor!". Sonia se preguntaba muchas veces qué cosa le pedía por favor el profesor que no era ni siquiera el tutor de su aula. Su amiga Margarita se había olvidado de lo que le pedía y se olvidó de todo. Sin embargo, como Sonia era muy inquieta y estaba en la edad de hacerse muchas preguntas seguía intrigada.
A partir de ese día y los siguientes, Sonia se apuntó por su cuenta en dibujo y comenzó a pintar y delinear cada vez más y mejor. Estaba hecha casi una artista y admiraba medio atontada a su nuevo profesor, buscando siempre su aprobación. Él, que no tenía un pelo de tonto le decía siempre: -Sonia, atiende a tus tareas.
Pero ella le respondía: -Sí. Ya hice los deberes.
Así, hasta que un día su tía se dio cuenta de que iba a suspender casi todo. No regañó a la niña, pero sí tuvo la suerte de hablar con ese profesor, que le contó lo de sus clases. De esta manera, Sonia pudo entrar en una Escuela Municipal de Pintura y convertirse en artista. Y no contenta con esto, años más adelante, se matriculó en la carrera de Arquitectura, en Diseño, en Arte Contemporáneo, en Historia y terminó varias carreras a la vez, ya que era superdotada, aunque tan sencilla y noble que nunca dejó de llamar a los amigos que tenía tiempo de ver.
El único problema del que nadie de la familia se había enterado era que la chica, ya de grande, iba al hospital donde estaba ingresado su viejo profesor, recuperándose de una enfermedad, para que le dijese si sus bocetos, cuadros, proyectos y hasta planos de aeropuertos valían o no valían.
El profesor Demetrio estaba hasta la coronilla, pero, por amabilidad y condescendencia a la que fue una alumna que aprendió a pintar casi de milagro, le escribía, le grababa en cinta de casette y le firmaba todo lo que hiciera falta para que supiera que él estaba de acuerdo con lo que ella hacía. No es porque su padre no se lo dijese: Ya de vuelta en Teruel, le había hecho y pagado para que su hija celebrase una fiesta por todo lo alto y también, para realizar una exposición en Buenos Aires, París, Londres, Nueva York y Bérgamo, pero ella seguía igual de tozuda.
Un día se encontró, en una exposición suya, a su amiga Margarita, la cual pintaba de una manera excepcional, pero con un trabajo y una vida más ajetreada que la de ella misma.
Tomando champagne y palomitas de maíz con caracoles en la exposición de pintura, hablaron mucho sobre sus vidas y Margarita le dijo, sin que su amiga le preguntase, que aquel profesor de Dibujo le dijo cierto día que por favor hiciera las líneas de las montañas más suaves y las de los edificios y casas más rectas.
Entonces, Sonia le explicó todo el malentendido de su infancia. Ambas se rieron mucho y se fueron después de la exposición a un pub turolense a tomar refrescos de limón y papas con mojo picón canario. Las dos eructaron porque el mojo estaba fuerte, pero dijeron que en la vida, nunca se sabe cómo terminan las cosas.
Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
Por cierto, el profesor está muy bien. Se jubiló y ahora no pinta sino que escribe novelas tamaño bolsillo.


13 de octubre de 2014

Las Tarjetas en Gris de CajaMadrid.

Ayer estuve echando un vistazo a dos de los extractos de sendas personas, al azar, en el periódico El País del día 12 de octubre de 2014.
La primera de ellas no era la del típico estafador o defraudador normal que me esperaba ver a través de sus extractos de cuenta bancaria:
Lo primero que me llamó la atención fue que siempre iba al mismo bar (que prefiero no nombrar para preservar el anonimato del local). Pensé que los de ese lugar debían estar encantados con tal personaje, pues aparecía casi a diario y, a veces, varias veces al día, con unas buenas consumiciones. Al día siguiente, lo mismo y, exceptuando un par de restaurantes de otra cadena y algún que otro de autopista, siempre salía ese, el de "El Bar Pepita", pongamos por ejemplo. La tal Pepita y sus empleados debían conocer al señorito como cliente habitual y bueno, ya se deduce el resto: todos contentos. Comparándolo con otros elementos de esta estafa, casi ninguno de ellos frecuentaba ningún bar cualesquiera ni con tanta asiduidad. Éste sí, casi como si fuese su segunda casa. Al menos, una empresa PYME salió beneficiada...
Otro dato que me llamó mucho la atención fue que más de dos veces al mes se gastaba el dinero de la tarjeta en buenos libros (lo menciono por el precio de éstos) y también en una conocida cadena que reparte libros y cedés a domicilio con insistencia. También a ellos les compraba libros y discos, además de las adquisiciones muy habituales en esas librerías por parte del señor en cuestión. Me pregunto qué tipo de libros compraría y dónde los iría leyendo, si tendría tiempo y si también los regalaría.
Es alguien culto, al menos, o eso parece, pues frecuentar una librería y comprar a los que van tocando las puertas de casa (ahora que las familias apenas pueden afrontar ese tipo de gastos extra de forma mensual y directa -debe ser un número determinado de libros y discos mínimo durante un mínimo de tiempo-) no es algo que sea característico de esos personajillos.
Por último, un tercer rasgo característico de esta persona tan peculiar es la de acudir a una tienda de instrumentos musicales, adquirir un instrumento o varios (no se especifica) y luego acudir varias veces más tarde para no sé sabe qué -esto, si los datos ofrecidos por El País son verídicos al cien por cien-. No vaya a ser, que en vez de instrumentos musicales fueran móviles nuevos para toda la familia, incluida la abuela... O materiales de un sex-shop. Quiero pensar que no.
Al ser una tienda especializada en música, este sujeto tocaba el organillo, lo reparaba y compraba sus altavoces y sus libros para tocarlo. Parece ser que era un tío culto o intentaba serlo, hablando en plata.
Miren ustedes, pues no me parece tan grave como el que está de parranda todo el santo día y riéndose del resto de la peña y de España. Este hombre se gastaba grandes sumas de dinero en libros y en música (y repetía varias veces). Al menos, "no hay mal que por bien ajeno no venga"; y sacó su parte buena en cultura y cultura musical con tantos libros ¿y qué instrumento compraría? No se sabe. Ojalá hubiera sido un buen piano o un violín ¿Tal vez una guitarra eléctrica?
A pesar de todo lo escrito, que quede claro que no estoy justificando de manera alguna la actuación de semejante tropa. Si se devuelve ese dinero, pienso que también deberían hacerlo con intereses, como cuando se obtiene una tarjeta de crédito de cualquier banco ¿Opiniones?

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