La casa del juego y otras aventuras.

Éranse una vez dos niñas preciosas y buenas, aunque algo traviesas, porque querían salir de un juego para entrar en otro. Ese sábado, Marta y Carla, después de comerse el puré, el pescado, la fruta y los flanes de postre, no encontraban a qué jugar. Convencieron a sus padres para ir a los Bosques de la Aventura del Invierno de después de la Navidad. Marta y Carla, dejaron a sus padres en la entrada del campo, cerca del coche, y les prometieron que iban a venir pronto a por la merienda. Para distraerlos, les dieron unas piruletas de fresa y de chocolate a cada uno y así los dejaron medio embobados a cada uno -¡Qué bien!- dijeron canturreando. Marta les regaló además unos dibujos y una paleta de colorines. Los padres estaban medio enamoraditos así, y no se daban cuenta de casi nada. Les dijeron a las niñas que ellos iban después, más tarde. Ellas cogieron sus móviles para niños y ya está. El aire fresco, la luz tibia del sol, las nubes frías y la gotitas de agua que daban en ...