"Objetos animados de una vida perdida".

Dejaste dos habitaciones vacías. Luego miré y vi tu peine rosa, pero no vi el bote grande de laca. Recuerdo, por cierto, cómo te vestías con esos leotardos negros y esa falda oscura para sacudir tu pelo como si fueras un caballo moviendo la cabeza, pero hacia abajo. Yo te decía: no te eches tanta laca ni te quemes el pelo así. Dejaste trozos de regalos, trozos de recuerdos alegres y ausencias que no se comprenden: Navidades compartidas conmigo, con tus padres, fotos con nuestro sobrino -y los regalitos que siempre le hacías-, fotos con tu tía, fotos con tu gato y el mío, la mochila que te regalé, la agenda vieja para tomar apuntes, un boli bic suelto, el regalo aquel de Star Treck (del que queda sólo una cacharra vacía), el juego de aceites y sahumerios que me trajiste de Barcelona, la radio con bluetooth, postales y escritos que no puedo ver más, alguna que otra carta y la promesa de tu llegada. Si veo esos objetos, recuerdo cómo te nos fuiste. Quedaron desconsolados tus varios ...