"Rosa de la mañana"
Temprano, conocí a una amiga,
Creí que se llamaba Rosa,
Con su acento acatalanado,
Veía su cara desde muy abajo.
Con gorrita, alargada hacia el techo,
Me contaba sus impresiones del árbol,
que se encuentra en la finca
adonde íbamos los escritores.
De emoción , hablábamos sin parar,
Le relataba o respondía,
Que el lugar me sugería tal cosa
Y ella que si la otra.
Se volvía rápida la locución
Y aseguraba que la emocionaba,
Hablaba muy rápido pisándome
Las pocas palabras que añadía.
Era el bosque, el prado, la excursión,
Las palabras que me robaba,
Como si me leyera la mente:
Es descanso, es remanso, es todo mental.
Asombrado, coincidía con ella,
En que tendríamos que volver pronto
A ese lugar de campamento frío,
Claro que sí -me aseguraba ella-.
Y seguía su monserga,
Que si esto y lo de más allá,
Yo ilusionado, imaginando el lugar,
Y las cosas que llevaría al camping.
Siguió esta vez un dialogo directo,
rápido sobre mi frente,
Con su sombrerito calado de años treinta,
Me di cuenta de que era un sueño,
Que se esfumaba su voz
y se volvía la mía,
disipándose del todo.
© C. G. F. L., marzo de 2025
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